Publicado en EFE Verde / 23 de marzo de 2021
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¿Te imaginas que se descubriera una materia prima ecológica que desterrara el uso de plásticos y fibras sintéticas? ¿Un producto natural que además fuera renovable, reutilizable y biodegradable? No tienes que imaginar: la lana es una realidad. Una herencia del pasado que se perfila como una inversión de futuro.
A pesar de sus genuinas características, que la convierten en una materia prima con un gran potencial para la innovación industrial, hoy en día se considera un “subproducto ganadero”, por lo que gran parte de la lana que se obtiene anualmente termina como un residuo.
Así, lo que debería ser una fuente de ingresos para los ganaderos de ovino se convierte en un quebradero de cabeza y un coste añadido.
Para revertir la situación y empezar a darle valor social y económico a la lana, más de un centenar de asociaciones y empresas vinculadas al sector se están organizando en toda Europa.
El 9 de abril celebran por primera vez el Día Europeo de la Lana, una fecha simbólica alrededor de la cual se están gestando una multitud de actos y talleres para reivindicar su uso como materia prima.
La European Wool Exchange Foundation aglutina a muchas de estas organizaciones de países como Reino Unido, Italia, Grecia, Hungría, Croacia, Francia o Alemania. En España el grupo dinamizador de la celebración está formado por Trashumancia y Naturaleza, la Iaia y Dehesa Lana, organizaciones que apuestan fuertemente por el uso multifuncional y sostenible de la lana.
“Nuestro objetivo es que deje de estar catalogada como subproducto ganadero y que, además de aplicarse a soluciones sostenibles, se convierta en una fuente de ingresos y de creación de empleo de futuro”, explica Concha Salguero, de Trashumancia y Naturaleza.
La lana, de la tradición a la innovación
Siempre hemos oído que la mejor prenda de abrigo es un buen jersey de lana. Esta creencia no es infundada. La lana no sólo es un eficiente aislante térmico sino que, además, es termorreguladora, ignífuga e impermeable.
Lavadero de lanas Textil Manuel Rodrigues Tavares en Guarda (Portugal). © Gonzalo Palomo
Además de una fibra textil única, la lana puede ser un extraordinario aislamiento térmico para la construcción, o en soluciones de la cadena de frío, como bolsas isotérmicas para alimentación o material sanitario.
Su versatilidad de aplicaciones va desde la fabricación de mobiliario hasta su uso como material para el arreglo de caminos rurales.
Por su parte, la industria cosmética y farmacéutica la emplea para la obtención de lanolinas, queratinas y otras sustancias, y la investigación desarrollada para la producción de bioplásticos es prometedora.
Hace falta una apuesta por este material en investigación, mejora en la producción y, sobre todo, demanda de la sociedad civil por este inigualable producto que nos ofrece la naturaleza.
Una fuente inagotable de recursos
La esquila de las ovejas genera aproximadamente 200.000 toneladas de lana anuales en Europa.
Esta práctica es imprescindible para garantizar el bienestar e higiene animal, reduciendo la proliferación de parásitos y mitigando los rigores del verano.
Pero ¿qué se hace con esas 200.000 toneladas anuales?
“Se calcula que sólo en Europa se desechan al año 100.000 toneladas, aproximadamente la mitad de la que se obtiene de la esquila”, cuenta Salguero.
“En España el panorama es algo mejor para las lanas de calidad con uso textil, como la de nuestras merinas, pero la mayoría de ésta se vende “sucia” (sin procesar) a otros países, sin valor añadido y por un precio insignificante para los ganaderos. Además, esta lana que va y vuelve transformada en artículos varios conlleva, además de una pérdida de valor añadido, un alta carga de emisiones. Por esto, una política pública que favorezca el uso de la lana local sería muy positiva para los ganaderos de explotaciones extensivas de ovino”, puntualiza Salguero.
Reutilizar la lana en lugar de tratarla como un residuo cerraría círculos económicos y medioambientales, lo que conocemos como economía circular, por lo que se perfila como una alternativa sostenible que beneficia no sólo a la economía local y social sino también al medioambiente.
Por su parte, Trashumancia y Naturaleza sostiene que el uso de la lana ayuda a cumplir con varios Objetivos de Desarrollo Sostenible, incluidos aquellos relacionados con preservación de océanos y saneamiento de aguas ya que la reducción del uso de fibras sintéticas reduciría los microplásticos que contaminan las aguas interiores y que llegan al mar.
“Así es como la trashumancia y la ganadería extensiva, no sólo mejoran la diversidad de los sistemas terrestres, sino que pueden beneficiar también los acuáticos, además de suponer un arma contra el cambio climático”, señala.
El eco suena en toda Europa
El 9 de abril, Día Europeo de la Lana, la EWE Foundation junto a todas sus entidades miembro, proponen ya primeros pasos a llevar a cabo, como la creación de un Banco de Lana o el establecimiento de un Observatorio Europeo de la Lana que, entre otras cosas, promueva la generación de redes de colaboración y, sobre todo, un cambio de la percepción social y política.
En nuestra mano está revertir la situación y apostar por materias primas alternativas que consoliden el reto hacia una economía circular y solidaria.
El uso de la lana europea nos ofrece múltiples beneficios… sólo hay que empezar a tirar del hilo.